Saturday, March 04, 2006

la presencia de la noche antes siempre traía ese pretexto de la deriva probable con una conjunción de escapes albergados bajo la mesa compañera y la conversación atrayente abigarrada de confidencias eternas. todo fue cambiando, tal como el hielo que se fue se derritiendo en tu rostro mientras escribías con el agua su nombre en la barra. tiempos de recuerdos y miradas al frente, intentando que alguien dijera alguna palabra y diera el aliviador golpe en la espalda, que lo es siempre cuando el tiempo encorva tu espalda acompañadado de los remordimientos de no acciones pasadas que doblan tus hombros inevitablemente. así la noche cambia siempre, y ya no hay esperanza que alguien tocaría tu hombro y que volverían por fin las elocuentes palabras. exactamente en ese instante en que saboreas lo que queda del hielo, para tomar tu libreta y emprender rumbo bajo las oscuras nubes iluminadas apenas por la luz de la luna. pronto te habla y le escuchas , y le asientas con la cabeza y te pone una copa llena enfrente. así decides que hay que atender a los sucesos y confluir mutuamente como el azar quiso. Pero no hablas mucho, como siempre, pero es un aliciente aliviador que no saldrás solo y te seguirá inevitablemente. ahora toman rumbo junto por las calles plagadas de alegres personas. La sonrisas comienzan y él bajo el influyo inevitable del alcohol es cuando siente sus impulsos animales más reales. En estos casos simplemente hay que alegrase y debes agradecer instantáneamente a la deriva de la noche, el hecho que no estuviste con la misma soledad de siempre. Así lo miras y le sonríes cálidamente, mientras caes de rodillas al piso y escupes la sangre y mientras él lentamente te clava el cuchillo en el vientre.

(fotografía: Lilya Corneli)

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Pero no habla mucho ¿donde estan las palabras niño? que no se pierdan...

8:58 PM  

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